Hay caminos que crean afición, caminos antiguos que han permanecido olvidados y que guardan muchas historias de lo que antaño fue otra manera de ver y vivir la vida. Caminos que hoy, sin más, llegan a tus oídos, y esa historia olvidada te fascina tanto, que tienes que ponerte a recorrerlo y disfrutarlo.
La Senda de Los Cochineros es un camino que hacían los habitantes de La Guancha para subir hacia Las Cañadas del Teide en busca de madera, resina, así como subir el ganado hacia los pastos comunales de las Cañadas. Un camino utilizado por los «cochineros», tratantes de estos animales, que recorrían de norte a sur vendiendo estos animales que trasportaban en alforjas y ceretas a lomos de los mulos.
Nuestro recorrido empieza en el Portillo, desde el Centro de Visitantes, donde tomamos el sendero PNT-1 y por el cual alcanzaremos la conocida formación de La Fortaleza. Una primera parte del recorrido donde las vistas de El Teide, son simplemente espectaculares, unas panorámicas del volcán que desde luego no dejan a nadie indiferente ante la majestuosidad de tal formación. Por la cañada de los ovejeros llegamos al Llano de los Rastrojos, a la base de La Fortaleza, un montículo rojizo que aún se conserva del antiguo Edificio Cañada, testimonio de las dimensiones que alcanzó en su momento esta zona de la isla. Rodeado de retamas, codesos, cedros y pinos canarios al pie de La Fortaleza, proseguimos nuestro camino hasta llegar a los limites del Parque Nacional, donde un inmenso pinar nos espera, acompañado de unas vistas de Montaña Negra, Montaña Abejera y Pico Cabras.
La tranquilidad, la soledad y la paz que se respira en este lugar, hacen que se disfrute mucho mas del lugar y del camino. Adentrándonos en el pinar, dejamos atrás la aridez del Parque Nacional para recorrer un sendero de bajada, bastante perdido, pero que gracias a los mojones todavía se puede transitar. Una vereda bastante pedregosa por el Lomo de Vergara que nos conduce hasta la Cruz de Cho Loreto.
En los pueblos suele ocurrir que haya determinados lugares a los que los vecinos les cogen cierto cariño. Incluso llega a convertirse en costumbre el ir a visitarlos y pasar un buen rato en ellos, en compañía de amigos y familiares. Éste es el caso de la Cruz de Cho Loreto.
(A continuación reproduzco el texto de https://laguancha.wordpress.com/)
«Pancho Loreto no era cazador, pero una vez al año solía acompañar a un amigo que sí lo era. Sabía, que su bisabuelo (el primer Cho Loreto) había puesto una cruz en la cumbre, y tuvo la buena suerte de encontrársela. Según cuentan sus familiares, le quitó la escopeta a su amigo, dio dos tiros al aire y dijo: «Cruz bendita, si me das suerte te hago una capilla».
Como era persona de palabra, al cabo de unos años (en 1965) hizo una capilla en la que colocó la Cruz. La dificultad del lugar obligó a cargar los materiales para su construcción en animales. Y algún tiempo después arregló el acceso con una pista, para que pudieran llegar hasta allí los coches.
Todos los días de la Cruz, mientras vivió, acudía religiosamente a la capilla en compañía de familiares y amigos. Y pasaban el día comiendo, bebiendo, hablando… El relevo lo cogieron los suyos, pues no han dejado de acudir a la cita, cada tres de mayo; y la Cruz de Cho Loreto se ha convertido en un rincón de reunión, celebración, y también, ¡porqué no!, de oración.
Algo que los familiares de Pancho recuerdan con mucho cariño es la historia del garrafón. Parece ser que el año en que se inauguró la capilla fue de mucha lluvia, y uno de los días en que todos estaban allí, empezó a llover y no dio tiempo ni a comer ni a beber lo que habían llevado. La comida volvió para casa pero el garrafón con el vino se quedó.
Con la picardía que le caracterizaba, escondió el garrafón en un lugar que únicamente él conocía, y se pasó muchos años cogiendo vino de él y rellenándolo con más vino. No había forma de que alguien descubriera dónde lo tenía, pues se las arreglaba para despistar a todo el que le seguía.
Pero llegó un momento en el que le insistieron para que descubriera el secreto (sobre todo, cuando ya había alguno que otro que conocía el lugar y podía jugarle una mala pasada, con el garrafón, se supone) Accedió a ello, y sus familiares quisieron gastarle una broma escondiendo el garrafón en un sitio diferente.
Cuando fueron todos (él incluido) a la capilla, con ocasión de un de las celebraciones habituales, Pancho se llevó un buen susto al no encontrar el garrafón en donde lo había dejado. Aclarado el asunto, y descubierta la broma, todo quedó en eso, en una broma.
Lo que ocurre es que siempre hay alguien falto de tacto y seriedad al que no le importa obrar sabiendo que hace daño; y robaron el garrafón. La cosa se solventó sobre la marcha y volvieron a colocar un nuevo garrafón en donde estaba el viejo, y aún hoy sigue en el mismo sitio. Y aún hoy sigue acudiendo la gente a la Cruz de Cho Loreto. Y se ha convertido en una costumbre para muchos vecinos y visitantes de La Guancha subir hasta allí arriba, enramar la Cruz, pasar un buen rato bebiendo y comiendo, y recordar al amigo Pancho López.«
Dejando atrás este interesante lugar, en medio de la nada, entre pinos y con una historia fascinante, proseguimos nuestro camino, esta vez entre pistas y senderos que nos llevan hasta la Galería de Vergara 1 y 2. Esta galería no es una galería cualquiera, sino que es una de las más caudalosas que tiene la Isla o posiblemente sea la que más. Situada en un lugar privilegiado, y siempre orientada hacia El Teide, brota el agua que durante mucho tiempo ha calmado la sed de personas y cultivos de la Isla.
Una gran obra de ingeniera que representa la lucha de las personas por encontrar agua en las faldas de la tierra.
Ya adentrados en la falda de la montaña, llegamos al Campamento de La Arena, unas instalaciones del Cabildo donde los jóvenes y no tan jóvenes pueden disfrutar de las instalaciones con su respectivo permiso. Un buen lugar para hacer un alto en el camino y recuperar fuerzas.
Saliendo del Campamento de La Arena, tomamos un sendero que discurre paralelo a la pista forestal y una tubería de agua y que va prácticamente en llano hasta alcanzar el siguiente Área Recreativa de El Lagar, durante el cual llama la atención de algunos pinos de gran porte y las enormes piedras de obsidiana que se dan en la zona.
Una vez en «El Lagar», nuestro último tramo discurre hasta la choza «Casa de La Pradera» por un sendero todo en bajada, que en numerosos puntos cruza la pista forestal que viene desde La Guancha. Un tramo bastante sencillo entre jaras y fayal-brezal, dentro de un exuberante bosque de pinos, algunos de bastante altura, que nos guiarán estos últimos kilómetros hasta nuestra meta final, La Casa de La Pradera en La Guancha.
Una ruta con un desnivel de 1400m, en los que ciertos tramos pueden tener una cierta complicación porque están casi perdidos y en algunos tramos con un montón de piedras sueltas que dificultan el tránsito. Un apasionante camino poco conocido que nos acerca a una zona increíble de pinos por un sendero tradicional y con unas panorámicas de el Teide de postal. Un recorrido donde hay que tener en cuenta que partimos desde bastante altura, por lo que el tiempo puede ser bastante cambiante y donde prácticamente no hay acopio de agua en todo el recorrido, por lo que hay que ser previsor.
Una ruta sin duda para disfrutar de la paz y la tranquilidad que nos proporciona esta parte de la Isla.
Perfil de la ruta:
Si te gustaría conocer este lugar y quieres disfrutar de este espectacular sendero que te proponemos, te puedes descargar el track aquí.
https://www.komoot.com/es-es/tour/1487822489
También te lo puedes descargar la ruta desde este enlace en:
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Caminos de Tierra. Senderismo por Tenerife 