Siempre digo que para conocer la Isla, hay que recorrer todos su caminos. A veces hay que salir de lo concurrido y buscar «esos otros caminos» que aunque no son transitados, te muestra la fuerza, la belleza y la dureza de algunos de ellos. Caminos de tierra que forjaron a la gente de la zona. Caminos duros en una de las zonas más desérticas del sur de Tenerife y senderos donde anduvieron personas y animales, que pese a su dureza intentaron hacer una vida mas fácil.
Este interesante recorrido une las poblaciones de Villa de Arico y la zona costera de El Poris, salida natural al mar de las gentes de las medianías en otra época. Saliendo desde la Villa de Arico nos dirigimos entre huertas y campos de cultivo en busca del Camino Real del Sur, que nos llevara hasta el núcleo de población de Arico Nuevo. Un Camino Real con tramos empedrados que hoy en día, aun se conservan, y posiblemente uno de los tramos mas bonitos, porque nos permite hacernos una idea de lo que significaban estas vías antaño.












Y donde podemos disfrutar mejor de este camino es llegando al barranco de Polegre, también llamado del Lere o de los Caballos. Un majestuoso zigzag para atravesar un barranco profundo que nos llevará hasta Arico Nuevo.
Llegar a Arico Nuevo, no es simplemente llegar a un pueblito mas. Es transitar por sus calles, declaras BIC (Bien de Interés Cultural) por que alberga numerosas casas del siglo XVIII, donde podemos disfrutar de una importante arquitectura rural canaria de singular belleza y donde destaca la Iglesia de Nuestra Señora de La luz de 1768. El silencio y el blanco de las fachadas hacen de este lugar, un conjunto increíble.












A partir de este lugar, con la vista ya puesta siempre hacia el mar, recorreremos un verdadero desierto. Polvo, rocas, formaciones y barrancos con un sol de justicia será nuestro «compañero» particular durante todo el recorrido. Un desierto donde las tabaibas y las vinagreras serán las únicas especies mayoritarias en todo el recorrido. Un paisaje marrón que nos alcanzara hasta el fondo del barranco del Lere y que por un instante caminaremos por la parte alta hasta un cruce donde podemos ver una antigua fuente, la del Tajo, que es un verdadero oasis entre tanta sequedad. Unos lavaderos y un naciente donde todavía mana agua. Un autentico alivio para la gente y sus animales que transitaban estos caminos para reponer fuerzas y seguir adelante.
Cruzamos a la vertiente opuesta y el camino transita paralelo al barranco, ya buscando la salida natural del mar. Una zona donde el calor hace verdadera justicia y si cabe lugar es mas desierto todavía. Un camino polvoriento de bajada que transita paralelo a una carretera y que cruzaremos en varias ocasiones, en un paraje inhóspito con algún que otra casa, señal de que antaño se cultivaba esas tierras.
















Y tras llegar al final del barranco, el olor a mar, nos dice que estamos próximos a terminar esta apasiónate ruta. Solo queda rodear la cabeza y ver hacia arriba desde donde venimos con la satisfacción de que el mar, y un apetecible baño, nos espera para quitarnos el polvo del camino.





Un camino completamente de bajada, pero que en ningún caso hay que menospreciar. Vamos a transitar por una zona completamente árida donde el calor la sequedad y el polvo del camino pueden pasar facturas. No recomendable realizar en la zona central del día, ni en las jornadas de mucho calor. Llevar suficiente protección y acopio de agua.
Perfil de la ruta:

Si te gustaría conocer este lugar y quieres disfrutar de este espectacular sendero que te proponemos, te puedes descargar el track aquí.

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